El Atlético de Madrid se llevó la primera gran decepción de la temporada al caer eliminado de la fase de grupos de la Liga de Campeones luego de no poder derrotar al Bayer Leverkusen.
Ni siquiera con un penalti lanzado y fallado por Yannick Carrasco en la última jugada del partido, revisada por el VAR y otorgado por el árbitro Clement Turpin con el tiempo cumplido, ni con el rechace que estrelló contra el larguero Saúl Ñíguez esquivó el Atlético de Madrid el destino al que se había dirigido mucho antes en esta competición, en un final dramático que culminó otro fiasco del conjunto rojiblanco en la Liga de Campeones.
El Atlético pagó sus errores. Al borde del abismo como estaba, dos excesos imprudentes, dos regates fallidos de Antoine Griezmann y Ángel Correa en su campo, fueron una concesión inasumible frente al Leverkusen, que lo aprovechó con dos goles en el primer tiempo para impulsar la eliminación del equipo rojiblanco, pese a su ofensiva final, pese a empatar el 0-1 y el 1-2, pese a ese último penalti tan cruel, o no tanto, con el Atlético.